jueves, 2 de enero de 2014

En la nieve, no te olvides de tus ojos


Miércoles, 12 de diciembre de 2012
Cuando subimos a la montaña, nos equipamos perfectamente para protegernos de las inclemencias del tiempo y disfrutar al máximo de un extenso manto blanco. Nuestros ojos también necesitan ese extra de protección.

Espacios abiertos, cumbres envueltas en la niebla, laderas de un blanco inmaculado por las que deslizarnos… El invierno nos invita a salir para hacer de la montaña nuestro particular patio de recreo.
Pero, al igual que nos protegemos del frío con el equipamiento adecuado, debemos tener en cuenta que nuestros ojos también necesitan protección. Los daños oculares derivados de la práctica de deportes de invierno, como la conjuntivitis, la queratitis, las cataratas o las lesiones retinianas, se deben, sobre todo, a la radiación ultravioleta, a la reverberación atmosférica y a la presencia de partículas en suspensión en el aire, como los cristales de hielo. 
Cuidado con la radiación ultravioleta
Aunque normalmente asociamos las gafas de sol con el verano, debemos recordar que la nieve fresca refleja cerca del 80 por ciento de la luz solar, mientras que la arena lo hace entre un 10 y un 25 por ciento. Además, la proporción de rayos ultravioleta en la luz solar aumenta un 10 por ciento cada mil metros de altitud. Teniendo en cuenta que en la montaña hay menos contaminación y partículas en suspensión en la atmósfera, los efectos de la radiación ultravioleta son mucho mayores que en las ciudades.
La radiación ultravioleta puede provocar dolor de cabeza, conjuntivitis e, incluso, fotofobias, y sus efectos son acumulativos, por lo que tal vez solo se pongan de manifiesto con el paso de los años. Si, en el día a día, resulta fundamental utilizar la protección ocular adecuada, en la nieve cobra una importancia mucho mayor, pues los riesgos para nuestra salud visual también se multiplican. Así que, no esperes a llegar a la montaña para comprar tus gafas.
Cómo elegir las gafas
• Cuando las estés comprando, comprueba cómo se comportan las lentes con luz natural.
• Asegúrate de que el filtro solar de las lentes sea de categoría 3 o 4, ya que lo ideal es que absorban al menos el 95 por ciento de la radiación ultravioleta.
• Presta atención a la visión periférica. Los nuevos estilos de gafas con formas menos voluminosas se ajustan mejor a los cascos que las lentes tradicionales, que son más grandes, pero hay que asegurarse de que proporcionan suficiente visión periférica y que evitan la distorsión lateral. Lo ideal es poder abarcar con la mirada un espectro de 180 grados para, por ejemplo, evitar a los esquiadores que se acerquen a gran velocidad.
• Las gafas deben ajustarse correctamente. Las gafas para los deportes de invierno suelen sujetarse con una cinta regulable con la finalidad de que se mantengan en su lugar, con independencia de la actividad que se vaya a practicar.
• Escoge gafas resistentes a los impactos. La mayoría de los modelos especiales para la nieve cuentan con lentes de policarbonato, un material muy resistente. Además, cuanto más flexible sean la montura y la lente, menos probabilidades hay de que se rompan con el frío, se deformen o se descoloquen.
El color de las lentes
• Las lentes amarillas, ámbar y doradas son adecuadas para los días oscuros o con niebla, ya que filtran la luz azul, realzando el contraste y enfatizando las sombras en la nieve, de tal modo que ayudan a ver mejor los desniveles del terreno.
• Las lentes rosas mejoran el contraste, por lo que también son excelentes en días grises.
• Las lentes de colores oscuros, especialmente los verdes y marrones, funcionan mejor en entornos con mucha luz, aportando comodidad de visión.
• Las lentes polarizadas reducen el deslumbramiento de la luz solar, lo que resulta muy útil en las pendientes en los días de cielo despejado, aunque no tanto en las últimas horas del día, cuando se proyectan sombras más alargadas.
• Las lentes de espejo mejoran la eficacia de las coloreadas al reflejar la luz de sol, haciendo que no penetren en la lente.
• Las lentes sin ningún tinte de color son las más adecuadas para esquiar por la noche.
Además, las gafas para los deportes de invierto suelen contar con tecnología anti-empañamiento, que garantiza la claridad de la visión en las condiciones más adversas.
¿Por qué llevar protección?
1. El reflejo del sol en la nieve es más brillante e intenso.
2. A gran altitud, la atmósfera es más delgada y filtra menos radiación ultravioleta. Además, la reverberación de la luz en la nieve provoca un efecto multiplicador de la radiación.
3. El viento puede hacer que los ojos se vuelvan llorosos y entorpecer la visión.
4. En la alta montaña, las partículas en suspensión, como los microcristales de hielo, se pueden proyectar contra la córnea, ocasionando lagrimeo.
5. Las ramitas pueden golpear los ojos cuando se desprenden de los árboles.
6. El viento nos impide ver con normalidad, obligándonos a cerrar los ojos constantemente.
¿Qué es oftalmia?
La oftalmia “de la nieve” es un inflamación de la conjuntiva y la córnea, provocada por una exposición excesiva a la radiación ultravioleta, que afecta aproximadamente al 20 por ciento  de las personas que practican actividades en la nieve.
Entre los síntomas de la oftalmia se encuentran:
• Lagrimeo.
• Fotofobia.
• Sensación de cuerpo extraño.
· Ojos rojos.
• Disminución de la agudeza visual.
Estas reacciones aparecen entre cuatro y seis horas después de haber estado expuesto al sol. Por esta razón, los que la padecen suelen estar ya en su casa cuando comienzan a sentir las molestias.
Fuente: Fundación Salud Visual


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